1. ¿Por qué escribís? ¿Buscás algún fin con la escritura?
Escribo para saber por qué escribo. Si supiera por qué lo hago seguramente dejaría de hacerlo.
2. ¿Te acordás de qué fue lo primero que escribiste en tu vida?
Lo primero que escribí en mi vida fueron unos electrocardiogramas tipo letra de médico, antes de saber escribir, y poniendo cara de que escribía. Habré tenido cinco o seis años. Después vinieron cuentos de terror en donde mataba a todos mis conocidos (no a mi familia) y una larga ristra de poemas.
3. ¿Cuándo te diste cuenta de que te ibas a convertir en escritor?
No creo que uno se “convierta” en escritor. Así parece algo que legitiman otros, y no lo siento así. Se es o no se es. Yo lo soy. No sé si bueno o malo, si sirve para algo o no. Si no hubiese publicado, estaría tan convencido como ahora (aunque tal vez estaría menos contento). Es lo que me define. Es el lugar desde donde intento descifrar lo que veo, lo que me toca vivir. Fracasando, claro.
4. ¿Qué libro te hubiera gustado escribir?
Muchos, por suerte. Sin el entusiasmo del lector la escritura es imposible. Nombro algunos, pero son muchos, muchísimos más: El corazón de las tinieblas, Bartleby, El astillero, Los siete locos y Los lanzallamas, 2666 (sobre todo la última de las novelas, la parte de Archimboldi) Una fábula de Faulkner, El lanzador de cuchillos, de Millhauser, La nieve estaba sucia, de Simenon, El que tiene sed, de Abelardo Castillo, Mascaró, de Conti y algún cuento como “Para que no entre la muerte”, de Daniel Moyano. La lista, gracias a Dios, es infinita.
5- ¿Cuáles son tus miedos como escritor?
Que me falte el entusiasmo como lector. La paso mal cuando no sé qué leer, mucho peor que cuando no sé qué escribir.
6. En tanto escritor y generador de una obra, ¿pensaste en cómo querés que se te recuerde el día de mañana?
Esta pregunta me parece poco afortunada. Sobre todo por eso de “generador de una obra”. Es una imagen entre solemne y técnica (me hace sentir un fusible) con la que no me siento identificado. Pero no voy a decir que no he pensado cómo me gustaría que me recuerden. Ahí va: como un buen tipo con el que valía la pena sentarse a tomar un vino, a comer un asado.
7. Si tuvieras que elegir un texto de tu obra ¿cuál sería? ¿por qué ese y no otro?
Hago trampa, como se debe. Elijo lo que todavía no escribí. La razón es obvia: porque todavía no lo escribí.
8. ¿Qué salvarías de una biblioteca en un incendio?
Todo lo que pueda.
9. ¿Tenés algún rito o costumbre que respetás antes de sentarte a escribir?
Los ritos quedan en la intimidad; las costumbres, más todavía.
10. ¿Crees en la inspiración?
Sí, tanto como en el trabajo.
11. Si tuvieras que hablar de tu literatura en pocas palabras ¿cómo la definirías?
Me remito a la primera respuesta.
12. ¿Qué estás leyendo en este momento?
El azogue, de China Miéville, de la colección Línea C, la última selección de Sur de Babel.
13. ¿Qué estás escribiendo en este momento?
Estoy corrigiendo Perros de la lluvia, una novela que sale ahora en setiembre por Norma. También estoy con la tercera parte de la "Ticlogía".
14. ¿Qué es lo que más te cuesta de la escritura?
Los cuestionarios.
15. ¿Qué sentís que ganaste y perdiste por la escritura?
Me resulta difícil pensar en qué gané, porque no siento que haya perdido nada. Me parece que los parámetros para pensar la literatura son otros, si es que los hay. Los amigos, los lugares visitados, los libros leídos, las cosas vividas y compartidas, el amor, no son cosas ganadas a nadie. Son mi vida y están atravesados por la escritura.
Ricardo Romero nació en Paraná, Entre Ríos, en 1976. Es Licenciado en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba y desde 2002 vive en Buenos Aires. En 2003 publicó su primera novela, Ninguna Parte (que actualmente está siendo traducida al portugués), y a partir desde ese mismo año dirigió la revista de literatura Oliverio. En el transcurso de 2006 publicó su primer libro de cuentos, Tantas noches como sean necesarias. En 2007 varios de sus cuentos fueron publicados en diversas antologías dedicadas a los nuevos narradores argentinos. En 2008 publicó la novela El síndrome de Rasputín, primera parte de la “Ticlogía”. La segunda parte de esta saga, Los bailarines del fin del mundo, fue publicada en 2009. Es editor de Gárgola Ediciones, donde dirige la colección “Laura Palmer no ha muerto”, y de Negro Absoluto, colección de policiales dirigida por Juan Sasturain. Desde 2006 es uno de los integrantes de El Quinteto de la Muerte, grupo con el cual editó los libros 5 (La Propia Cartonera, Uruguay) y La fiesta de la narrativa (Editorial Una Ventana, Buenos Aires). Coordina el Taller de Algo junto con Federico Levín.
Escribo para saber por qué escribo. Si supiera por qué lo hago seguramente dejaría de hacerlo.
2. ¿Te acordás de qué fue lo primero que escribiste en tu vida?
Lo primero que escribí en mi vida fueron unos electrocardiogramas tipo letra de médico, antes de saber escribir, y poniendo cara de que escribía. Habré tenido cinco o seis años. Después vinieron cuentos de terror en donde mataba a todos mis conocidos (no a mi familia) y una larga ristra de poemas.
3. ¿Cuándo te diste cuenta de que te ibas a convertir en escritor?
No creo que uno se “convierta” en escritor. Así parece algo que legitiman otros, y no lo siento así. Se es o no se es. Yo lo soy. No sé si bueno o malo, si sirve para algo o no. Si no hubiese publicado, estaría tan convencido como ahora (aunque tal vez estaría menos contento). Es lo que me define. Es el lugar desde donde intento descifrar lo que veo, lo que me toca vivir. Fracasando, claro.
4. ¿Qué libro te hubiera gustado escribir?
Muchos, por suerte. Sin el entusiasmo del lector la escritura es imposible. Nombro algunos, pero son muchos, muchísimos más: El corazón de las tinieblas, Bartleby, El astillero, Los siete locos y Los lanzallamas, 2666 (sobre todo la última de las novelas, la parte de Archimboldi) Una fábula de Faulkner, El lanzador de cuchillos, de Millhauser, La nieve estaba sucia, de Simenon, El que tiene sed, de Abelardo Castillo, Mascaró, de Conti y algún cuento como “Para que no entre la muerte”, de Daniel Moyano. La lista, gracias a Dios, es infinita.
5- ¿Cuáles son tus miedos como escritor?
Que me falte el entusiasmo como lector. La paso mal cuando no sé qué leer, mucho peor que cuando no sé qué escribir.
6. En tanto escritor y generador de una obra, ¿pensaste en cómo querés que se te recuerde el día de mañana?
Esta pregunta me parece poco afortunada. Sobre todo por eso de “generador de una obra”. Es una imagen entre solemne y técnica (me hace sentir un fusible) con la que no me siento identificado. Pero no voy a decir que no he pensado cómo me gustaría que me recuerden. Ahí va: como un buen tipo con el que valía la pena sentarse a tomar un vino, a comer un asado.
7. Si tuvieras que elegir un texto de tu obra ¿cuál sería? ¿por qué ese y no otro?
Hago trampa, como se debe. Elijo lo que todavía no escribí. La razón es obvia: porque todavía no lo escribí.
8. ¿Qué salvarías de una biblioteca en un incendio?
Todo lo que pueda.
9. ¿Tenés algún rito o costumbre que respetás antes de sentarte a escribir?
Los ritos quedan en la intimidad; las costumbres, más todavía.
10. ¿Crees en la inspiración?
Sí, tanto como en el trabajo.
11. Si tuvieras que hablar de tu literatura en pocas palabras ¿cómo la definirías?
Me remito a la primera respuesta.
12. ¿Qué estás leyendo en este momento?
El azogue, de China Miéville, de la colección Línea C, la última selección de Sur de Babel.
13. ¿Qué estás escribiendo en este momento?
Estoy corrigiendo Perros de la lluvia, una novela que sale ahora en setiembre por Norma. También estoy con la tercera parte de la "Ticlogía".
14. ¿Qué es lo que más te cuesta de la escritura?
Los cuestionarios.
15. ¿Qué sentís que ganaste y perdiste por la escritura?
Me resulta difícil pensar en qué gané, porque no siento que haya perdido nada. Me parece que los parámetros para pensar la literatura son otros, si es que los hay. Los amigos, los lugares visitados, los libros leídos, las cosas vividas y compartidas, el amor, no son cosas ganadas a nadie. Son mi vida y están atravesados por la escritura.
Ricardo Romero nació en Paraná, Entre Ríos, en 1976. Es Licenciado en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba y desde 2002 vive en Buenos Aires. En 2003 publicó su primera novela, Ninguna Parte (que actualmente está siendo traducida al portugués), y a partir desde ese mismo año dirigió la revista de literatura Oliverio. En el transcurso de 2006 publicó su primer libro de cuentos, Tantas noches como sean necesarias. En 2007 varios de sus cuentos fueron publicados en diversas antologías dedicadas a los nuevos narradores argentinos. En 2008 publicó la novela El síndrome de Rasputín, primera parte de la “Ticlogía”. La segunda parte de esta saga, Los bailarines del fin del mundo, fue publicada en 2009. Es editor de Gárgola Ediciones, donde dirige la colección “Laura Palmer no ha muerto”, y de Negro Absoluto, colección de policiales dirigida por Juan Sasturain. Desde 2006 es uno de los integrantes de El Quinteto de la Muerte, grupo con el cual editó los libros 5 (La Propia Cartonera, Uruguay) y La fiesta de la narrativa (Editorial Una Ventana, Buenos Aires). Coordina el Taller de Algo junto con Federico Levín.